Activismo de los Medios como Movimiento? Identidad Colectiva Formación en el Foro Mundial de Medios Libres


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Por Hilde C. Stephansen. Publicado originalmente en Media and Communication, 2017, Volumen 5, Número 3, Páginas 59–66. DOI: 10.17645/mac.v5i3.1034. https://www.cogitatiopress.com/mediaandcommunication/article/view/1034

Resumen

Más que simples herramientas usadas por los movimientos sociales para alcanzar otros importantes objetivos, los medios de comunicación se están transformando cada vez más en sujetos del activismo. Este artículo contribuye a avanzar en la comprensión de tal activismo enfocado en los medios mediante un estudio de caso del Foro Mundial de Medios Libres, un foro temático para activistas de los medios y organizaciones de apoyo a los mismos, conectados al Foro Social Mundial. Con base en la investigación cualitativa realizada entre el 2008 y el 2016—incluyendo las observaciones de los participantes, entrevistas exhaustivas y análisis textuales—el artículo explora hasta qué punto el Foro Mundial de Medios Libres puede ser considerado un movimiento de ‘medios libres’ en gestación, y examina algunos de los retos y contradicciones que tal proyecto de construcción de un movimiento exige. Elaborando sobre la teoría de los movimientos sociales, específicamente el concepto de identidad colectiva, analiza los esfuerzos de los organizadores del foro para movilizar una gama muy diversa de protagonistas— desde activistas de medios de comunicación alternativos hasta ONGs de políticas y apoyo—alrededor de una identidad de ‘medios libres’ plurales e inclusivos. Mientras el Foro Mundial de los Medios Libres ha tenido éxito, hasta cierto punto, en facilitar la convergencia en torno a un conjunto de principios e ideas centrales, ha luchado hasta ahora para desarrollar una clara identidad pública y movilizar una amplia base popular.

Palabras clave

Medios de comunicación alternativos; identidad colectiva; derechos de comunicación; FMML; activismo mediático; movimiento democrático de los medios; movimientos sociales; Foro Mundial de los Medios Libres; Foro Social Mundial

Edición

Este artículo forma parte de la edición “Acting on Media: Influencing, Shaping (Re)Configuring the Fabric of Everyday Life” (Actuando en los medios: Influenciando, Moldeando, (Re) Configurando el Tejido de la Vida Cotidiana), editada por Sigrid Kannengießer y Sebastian Kubitschko (Universidad de Bremen, Alemania).

© 2017 por la autora; titular Cogitatio (Lisboa, Portugal). Este artículo está licenciado bajo la licencia internacional de Creative Commons Attribution 4.0 International License (CC BY).

1. Introducción

Recientemente se le ha prestado mucha atención a la relación entre los movimientos sociales y los medios de comunicación, con investigaciones enfocadas en las implicaciones de las nuevas tecnologías mediáticas para la formación de movimientos y la trayectoria de las protestas. Una vertiente importante de esta investigación se ha enfocado en las implicaciones de las nuevas tecnologías mediáticas para los procesos de formación de identidades colectivas. Un argumento clave ha sido que tales tecnologías—medios sociales en particular—han llevado a la reconfiguración de la identidad colectiva como comprendida convencionalmente dentro de estudios de los movimientos sociales (Bennett & Segerberg, 2013; Milán, 2015a, 2015b). Menos atención se le ha dado a la posibilidad de que la identidad colectiva se forme alrededor de los medios y la tecnología como sujetos de contención política. Sin embargo, dada la universalidad e importancia de los medios de comunicación en la sociedad contemporánea, y a la prominencia creciente del activismo mediático—comprendido aquí no solo como el uso de los medios por parte de los activistas para lograr otros fines, sino como activismo enfocado específicamente en los medios y en las cuestiones de la tecnología—es importante examinar los procesos de formación de identidad colectiva entre los activistas de los medios de comunicación, y preguntarse si tal activismo podría constituir un movimiento social por derecho propio. Esto es lo que este artículo se propone hacer mediante un estudio de caso del Foro Mundial de los Medios Libres (FMML, del portugués Fórum Mundial de Mídia Livre), un foro temático conectado al Foro Social Mundial (FSM) que reúne a miembros de la sociedad civil trabajando en las cuestiones de los medios de comunicación y tecnología. ¿Cuáles formas de identidad colectiva están emergiendo entre los activistas involucrados con el FMML, y en qué medida podrían ser considerados un movimiento de ‘Medios Libres’? Específicamente, el artículo explora la tensión entre, por un lado, los esfuerzos por desarrollar una definición plural e inclusiva de ‘‘Medios Libres’ que posibilite la convergencia de una amplia gama de activistas mediáticos, y, por el otro, la necesidad de una clara identidad colectiva pública para facilitar la movilización externa.
El artículo comienza con un breve esbozo de literatura sobre las implicaciones de las nuevas tecnologías de medios para la formación de la identidad colectiva, antes de ir a la discusión de trabajos que han conceptualizado el activismo mediático como un movimiento social emergente y trazando la idea de identidad colectiva adoptada en este estudio. A esto le sigue un análisis de identidad colectiva en el FMML, el que considera las implicaciones de la definición plural e inclusiva de ‘Medios Libres’ que han desarrollado los organizadores y participantes. Los hallazgos presentados están basados en investigación cualitativa conducida entre 2008 y 2016, que incluyó la observación de participantes del FMML y el FSM en 2009, 2011 y 2013; etnografía online del FMML de 2016; once entrevistas exhaustivas con participantes del FMML realizadas personalmente y por Skype, en 2013 y 2016 respectivamente; y un análisis de la Carta Mundial de los Medios Libres (Foro Mundial de los Medios Libres, 2015). El análisis presentado aquí utiliza un proyecto de mayor envergadura sobre el activismo mediático en el FSM (ver Stephansen, 2013a, 2013b, 2016).

2. Movimientos, medios de comunicación e Identidad colectiva

La identidad colectiva, un concepto clave en el estudio de los movimientos sociales, ha sido entendida como central a la ‘emergencia, la trayectoria, y los impactos’ de los movimientos (Polletta & Jasper, 2001, p. 281). En términos muy básicos, se puede definir como un sentimiento compartido de “nosotros” y fuerza colectiva, (Snow, 2001); sin embargo, no hay una única definición consensual (Flesher Fominaya, 2010). Mientras algunos definen identidad colectiva en términos de ‘individuos’ ‘conexión cognitiva, moral y emocional’ a una colectividad más amplia (Pol- letta & Jasper, 2001, p. 285), otros han enfatizado su carácter interactivo y compartido como una definición de grupo de su lugar dentro de un contexto social más amplio (Melucci, 1995, 1996; Snow, 2001; Taylor & Whittier, 1992). Estudiosos interesados en la relación entre los movimientos sociales y los medios han examinado las consecuencias de las nuevas tecnologías de comunicación para la formación de la identidad colectiva en los movimientos contemporáneos. En el comienzo, internet fue asociada a formas de redes de trabajo de acción colectiva basada en ideales de apertura, fluidez y la coexistencia de identidades múltiples (della Porta, 2005; Juris, 2008). Mientras que muchos celebraban la habilidad de esta política en red de reunir un ‘movimiento de movimientos’ contra la globalización neoliberal, otros expresaban preocupación sobre la capacidad de redes asentadas en ‘tenues’ lazos ideológicos para sostener una identidad colectiva coherente (Bennett, 2004). Preocupaciones similares han sido discutidas en relación con el surgimiento de las tecnologías web 2.0. Según Bennett y Segerberg (2013) el concepto de ‘acción conectiva’ destaca un cambio de dirección, impulsado por el surgimiento de los medios sociales, hacia formas de activismo más individualizadas y personalizadas que levantan cuestiones sobre la viabilidad y la necesidad de una identidad colectiva como es definida tradicionalmente. De la misma forma, la noción de Milán de ‘protesta en la nube’ destaca cómo una política de visibilidad, en la cual la experiencia subjetiva es central, ha ‘reemplazado parcialmente la política de identidad típica de los movimientos sociales’ (2015a, p. 887). Otros, mientras tanto, han explorado instancias empíricas del uso de medios sociales para mostrar cómo la identidad colectiva se produce interactivamente a través de las prácticas de comunicación de los activistas (e.g. Kavada, 2015; Treré, 2015).
Se le ha prestado menos atención a la posibilidad de que la identidad colectiva se forme alrededor de los medios y comunicación como cuestiones por derecho propio. Sin embargo, la creciente difusión de las tecnologías de los medios de comunicación, combinada con el aumento de la consciencia de los activistas de su importancia y de la ‘injusticia relacionada con los medios’ (Milan, 2013), hacen relevante prestar atención al imaginario que se forman en torno a tales tecnologías (cf. Fotopoulou, 2017; Juris, 2008). Específicamente, es importante aprovechar el potencial para la formación de una identidad colectiva—y la emergencia de un movimiento social— en torno a cuestiones relacionadas con los medios. Una literatura cada vez más abundante sobre movilizaciones que tienen que ver con asuntos de medios y tecnología ha usado el lenguaje de los movimientos para describir tal activismo (e.g. Calabrese, 2004; Hackett & Carroll, 2006; Milan, 2013; Padovani & Calabrese, 2014; Stein, Kidd, & Rodríguez, 2009). Dos estudios (Hackett & Carroll, 2006; Milan, 2013) son notables por su profundo examen del activismo mediático desde la perspectiva del estudio de movimientos sociales, e incluyen discusiones sobre identidad colectiva. Hackett y Carroll examinan el activismo dirigido a democratizar los sistemas de medios existentes en los EE UU, Canadá y el Reino Unido, y entienden que tal activismo es mejor comprendido como un nexo —‘un punto de articulación entre movimientos’ (2006, p. 199)—más que un movimiento en sí. Enfatizan en el arraigo social del activismo mediático dentro de otras múltiples luchas, y sugieren que esto socava la base de la identidad colectiva, pues los activistas mediáticos tienden a identificarse primero y ante todo con otros movimientos. Milan, mientras tanto, examina ‘las prácticas emancipadoras de comunicación’—‘formas de organización social buscando crear alternativas a los medios e infraestructura de comunicación existentes’ (2013, p. 9)—y llega a una conclusión similar: el activismo mediático (todavía) no muestra las características de un verdadero movimiento social. Sugiere que parte del motivo para ello es la ausencia de una identidad colectiva compartida entre los diversos protagonistas que trabajan en las cuestiones de los medios y de la comunicación.
En suma, la formación de una identidad colectiva compartida—y por extensión un movimiento social—alrededor de las cuestiones de los medios y la tecnología está siendo perjudicada por el arraigo del activismo mediático en otras luchas sociales y la diversidad de los protagonistas involucrados. La diseminación de los medios de comunicación y la abundancia de tecnología significa que los activistas mediáticos operan en múltiples frentes. Hay una ruptura entre los activistas centrados en reformar los sistemas existentes de los medios de comunicación y los activistas preocupados con la creación de alternativas. Pero también hay importantes diferencias dentro de cada uno de estos sectores. Milan ve diferencias considerables entre dos grupos de activistas de comunicación emancipadora —productores de radios comunitarias y activistas de tecnología radicales —en términos de identidad colectiva y orientación ideológica. Hackett y Carroll identifican varios encuadres entre los activistas reformistas divergentes con respecto al déficit democrático de los medios: un encuadre liberal ‘prensa libre’, ‘libertad de expresión’; un encuadre ‘democratización de los medios’ que ofrece una visión democrática más radical de la comunicación pública; un encuadre ‘el derecho de comunicar’ fundamentado en los derechos humanos y el discurso del desarrollo; un encuadre ‘ambiente mental y cultural‘ que enfatiza los efectos dañinos del comercialismo mediático; y un encuadre más ‘justicia de los medios de comunicación’ que coloca al activismo mediático como parte de luchas sociales más amplias contra el capitalismo, el racismo y el patriarcado (2006, pp. 78–79). Todo esto significa que los protagonistas de los medios en el campo de la democracia tienden a operar aislados unos de los otros, con colaboraciones solamente periódicas y de corto plazo (Hackett & Carroll, 2006; Milan, 2013).
La formación de un movimiento social centrado en cuestiones de medios de comunicación y tecnología parece depender, entonces, de que la variada gama de protagonistas que operan en este campo sean reunidos en una base permanente—y en la habilidad de éstos de desarrollar una identidad colectiva compartida y capaz de tender puentes entre los diferentes encuadres y orientaciones ideológicas. El FMML es una muestra de prueba interesante al respecto, porque uno de sus objetivos ha sido, precisamente, proporcionar un foro donde una diversa gama de activistas mediáticos pudieran juntarse en torno a una definición de ‘medios libres’. Seguidamente, exploro la formación de la identidad colectiva en el FMML y algunas de las dificultades que eso contiene. Al hacerlo, me baso en el sentido de identidad colectiva tanto como un proceso, cuanto un producto, el primero centrado en ‘significados y experiencias compartidos, y lazos emocionales recíprocos como los experimentados por los propios protagonistas de los movimientos a través de la interacción de los unos con los otros’; y el último que se refiere a ‘una percepción de atributos, objetivos e intereses compartidos’ que es accesible tanto a los afiliados como a las personas ajenas al movimiento (Flesher Fominaya, 2010, p. 397).).
Mi enfoque en el aspecto del proceso se orienta por la definición de Melucci de identidad colectiva como ‘una definición interactiva y compartida, producida por una cantidad de individuos (o grupo a un nivel más complejo) concernientes a la orientación de sus actos y al campo de oportunidades y límites en el cual tales actos tendrán lugar’ (1996, p. 70). Esto posibilita la comprensión de la identidad colectiva como un proceso interno continuo de adquisición de conocimiento, involucrando una variedad de protagonistas, sobre los objetivos de un movimiento y el contexto más amplio en el cual opera. Mi análisis de las dimensiones del producto utiliza la perspectiva encuadrada en la teoría de movimientos sociales(p.ej. Benford & Snow, 2000; Johnston & Noakes, 2005) para indagar cómo ‘los medios libres’ son encuadrados en el FMML. Como ‘instantáneas’ que evocan los principios y objetivos compartidos, definen oponentes, y delinean estrategias, los encuadres son claves para la identidad colectiva de un movimiento en el sentido de producto. Aquí elaboro sobre esta definición dual de proceso/producto para explorar las tensiones que surgen de la naturaleza plural y abierta de los procesos internos de formación de la identidad colectiva dentro del FMML y de las dificultades que esto presenta a la creación de una identidad colectiva pública claramente definida.

3. El FMML

El FMML tuvo lugar junto con el FSM en el 2009 en Belém, Brasil, habiendo emergido de una larga historia de activismo mediático dentro del FSM. Desde su comienzo en el 2001, el FSM ha proporcionado un espacio para que los activistas mediáticos de todo el mundo se reunan e intercambien conocimientos y experiencias, y producir cobertura alternativa del foro. En cada FSM los activistas han organizado espacios dedicados a los medios alternativos. Aunque al principio su objetivo principal era facilitar la producción de contenidos alternativos, estos espacios también incentivaban el debate político, y los activistas enseguida comenzaron a trabajar para plantear las cuestiones de los medios y de la comunicación en la agenda del FSM. Los medios y la comunicación aparecieron por primera vez como un eje temático en el WSM del 2003 (Milan, 2013, p. 36) y desde entonces los activistas han organizado seminarios y talleres en cada FSM para discutir cuestiones que van desde censura y represión hasta medios comunitarios, gestión de internet y servicios de radiodifusión pública. El FMML ha emergido de este proceso. Después del primer FMML en el 2009, los activistas organizaron una serie de seminarios en el FSM de 2011 en Dakar, que culminó en la Asamblea del Derecho a la Comunicación. El segundo FMML fue realizado en Rio de Janeiro en el 2012, junto con la Cumbre de los Pueblos Rio+20, seguidos por el tercero y cuarto FMML en el 2013 y el 2015, ambos realizados en Túnez junto con el FSM. El quinto FMML fue realizado en agosto del 2016 en Montreal, de Nuevo como parte del FSM.
Como el FMML ha viajado a diferentes lugares, ha reunido una gama de organizaciones y grupos de diferentes partes del mundo, y ha posibilitado a los participantes para comenzar a formar redes transnacionales basadas en un sentimiento de solidaridad y de lucha compartida. Para los activistas mediáticos que han estado involucrados en el proceso del FSM desde sus primeros días, el desarrollo del FMML ha sido acompañado de un cambio en su sentido de identidad, de los productores de medios alternativos a los participantes en un movimiento enfocado en los medios y la comunicación. Como Bia Barbosa, que representa al grupo de apoyo brasileño Intervozes en el comité organizador internacional del FMML explicó:

Desde el comienzo del Foro Social Mundial …’hemos estado intentando mostrar los derechos a la comunicación y libertad de expresión como un tema…, no solamente como una manera de cubrir el FSM, pero como una cosa en sí misma….En el comienzo del FSM en el 2001 no podíamos hablar de un movimiento de la comunicación. Éramos los medios alternativos, gente que producía. Ahora podemos hablar de un movimiento. (entrevista con la autora, 2013)

Esta narrativa y lenguaje de ‘movimiento’ están presentes en la documentación del FMML. La Carta Mundial de los medios Libres dice: ‘Nuestra red de activistas… ha evolucionado en un movimiento organizado por la libertad de expresión y la lucha por otra forma de comunicación’ (Foro Mundial de los Medios Libres, 2015).
Hay un cierto carácter declaratorio en esta expresión—declarando la existencia de un movimiento se puede decir que también ayuda a darle vida. Pero tal clamor necesita ser discutido en vez de ser tomado como viene. Mientras (aunque) no es la única característica definidora de un movimiento social, el concepto de identidad colectiva proporciona una lente útil para investigar hasta qué punto se puede hablar de un movimiento de ‘medios libres’. Para Melucci y otros, en la tradición constructivista social, el proceso de formación de la identidad colectiva es precisamente lo que hace un movimiento social. Para los estudiosos en la tradición de movilización de recursos, una clara identidad colectiva pública es esencial para que un movimiento sea capaz de movilizar. Seguidamente exploro estos aspectos internos y externos de la identidad colectiva, y la tensión entre ellos, en el contexto del FMML.

4. Formación de la Identidad Colectiva en el FMML

Junto a los encuentros en persona, que han permitido a los participantes en el FMML a comenzar a reconocerse como parte de un colectivo, la creación de documentos expresando posiciones compartidas ha sido un importante impulso en el desarrollo de la identidad colectiva. Cada FMML ha culminado en una asamblea que ha emitido una declaración conjunta, y la Carta Mundial de los Medios de Comunicación Libres fue adoptada en el 2015, después de un proceso de dos años de consultas y debates a través de fueros online y encuentros personales. Negociando y de común acuerdo, la Carta fue concebida explícitamente por los organizadores como un proceso de formación de la identidad colectiva. Como Bia Barbosa sugirió en el comienzo del proceso:

Pienso que esta carta nos va a ayudar porque…es igual a la carta del Foro Social Mundial. ¿Estás de acuerdo con esto? Ok, entonces puedes estar con nosotros. Entonces, creo que esto nos va a ayudar a definirnos e identificarnos. (entrevista con la autora, 2013)

Modelando el FMML sobre la idea del FSM como un ‘ espacio abierto’ (Whitaker, 2008), accesible a cualquiera que acepte sus principios básicos de oposición al neoliberalismo y a todas las formas de discriminación, los organizadores han procurado atraer una gran variedad de organizaciones y grupos que trabajan en asuntos relacionados a los medios y la tecnología. La definición de ‘medios libres’ de la Carta incorpora una sorprendentemente variada gama de protagonistas:

Somos comunicadores, activistas, periodistas, hackers, asociaciones de medios comunitarios y medios libres, movimientos sociales y organizaciones populares. Somos blogueros, productores de audiovisuales, asociaciones de desarrolladores de tecnología abierta y libre, sindicatos, escuelas de periodismo, centros de investigación en información y comunicación, y ONGs que apoyan el acceso a la información y la comunicación. (Foro Mundial de los Medios Libres, 2015).

En ciertos aspectos, esta definición de ‘medios libres’ ha emergido a través del tipo de proceso interactivo de formación de la identidad colectiva descripta por Melucci. Ha dependido del reconocimiento mutuo entre los participantes del foro con la adquisición de conocimiento sobre las características compartidas, principios y objetivos de los ‘medios libres’. Sin embargo, el desarrollo de esta definición también ha incluido un esfuerzo deliberado de los organizadores para atraer a la más variada gama de protagonistas posible. Este impulso de inclusividad ha sido inspirado por el reconocimiento de la complejidad del panorama de los medios contemporáneos y las múltiples formas de dominación que emanan del poder creciente de estados y corporaciones sobre los medios de comunicación. Como Erika Campelo, quien hasta diciembre del 2016 Representó la ONG francesa Ritimo en el comité internacional de organización del FMML, explicó: ‘Hay muchos frentes de lucha, muchos retos. Y solo pueden resolverse si dentro del FMML tenemos organizaciones que trabajen en diferentes frentes‘ (entrevista con la autora, 2016, traducida del portugués).

Por consiguiente el término ¨Medios libres¨ ha sido adoptado como una definición que comprende toda la amplia variedad de protagonistas…
Los ‘medios libres’, entonces, ha sido un término adoptado como un término paraguas para incorporar la amplia variedad de protagonistas que están, de alguna manera, ‘actuando en los medios’ hoy. (Kubitschko, 2017) Sin embargo, el uso de este término . no ha sido exento de problemas y ha habido muchas discusiones entre los organizadores sobre si es o no apropiado. Según la reflexión de Campelo:

Por qué ‘medios libres’? Yo creo que ya hay una cuestión de definición en un lenguaje, no importa cuál. Todos los movimientos, tenemos nuestras particularidades propias, no estamos todos exactamente de acuerdo con una única definición…Creo que hay dos obstáculos: el de la diversidad de organizaciones que están involucradas en el proceso de los medios libres, y la dificultad de lenguaje (entrevista con la autora, 2013, traducida del portugués.)

Junto con la diversidad de protagonistas involucrados en el foro, la diversidad lingüística complica las cosas aún más. Mientras ‘free media’ (medios libres) tiene resonancia en francés debido a sus connotaciones del movimiento de las radios libres (free radio) de los años 1970, no resuena igualmente en todos los contextos francófonos. ‘Free media’ tiene poca influencia entre los activistas anglófonos, que están más acostumbrados con términos como medios ‘alternativos’ o ‘independientes’, y mientras mídia livre/medios libres son más comunes en portugués y español, compiten con términos similares. Tales diferencias añaden otra capa de complejidad al campo del activismo donde los problemas de terminología ya son conflictivos (Couldry, 2009), e ilustran algunos de los retos específicos involucrados en la construcción de la identidad colectiva a una escala supranacional.

‘Free media’ es, en resumen, un término ambiguo. En algunos aspectos, esta ambigüedad es útil. Un significador vacío, ‘medios libres’ puede absorber múltiples significados y así tiene potencial para originar identificación entre diversos protagonistas. Como uno de los participantes del FMML, Mallory Knodel de la Asociación para la Comunicación Progresista, argumentó, la ambigüedad del término ‘medios libres’ ha sido productiva en el sentido de que ha facilitado conversaciones entre diversos protagonistas y posibilitó a los participantes reconocer las denominadores comunes:

La definición se amplía de maneras interesantes pero no veo un gran rechazo contra ella, gente diciendo esto realmente no son medios libres, yo creo que todo el mundo está viendo las conexiones y la definición crece un poquito para incorporar ese análisis. (entrevista con la autora, 2016)

Una definición inclusiva y bastante vaga de ‘medios libres’, en otras palabras, puede facilitar la conversación y producir conocimiento entre los participantes del Foro, ayudando a originar cadenas de equivalencia (Laclau & Mouffe, 2001) entre diferentes protagonistas. De acuerdo con varios organizadores y participantes, el FMML ha posibilitado convergencias entre dominios de activismo de medios democráticos que antes estaban separados, por ejemplo entre los grupos de políticas de apoyo y activistas de medios alternativos. Sin embargo, mientras la vaguedad de ‘medios libres’ ha sido útil para posibilitar a los participantes del FMML de encontrar denominadores comunes entre sus luchas—o sea, para facilitar un proceso interno de formación de la identidad colectiva—ha sido menos útil para desarrollar una identidad colectiva clara (en el sentido de producto) que sea accesible a los espectadores. SegúnComo Stéphane Couture, una de las organizadoras locales del FMML de 2016 y en aquel momento investigadora en la Universidad de McGill, explicó:

Las personas que reunimos ven afinidades, quieren trabajar juntas y continuar discutiendo, pero, las personas que no reunidas tiene dificultades para entender cuál es el objetivo de esto… es difícil encontrar un discurso que pueda juntar comunidades diferentes que no están en nuestros círculos. (entrevista con la autora, 2016)

Por ejemplo, como Couture explicó, muchos hackers y activistas tecnológicos radicales que fueron invitados a Montreal rechazaron la invitación, creyendo que el foro era una conferencia sobre medios alternativos. Al mismo tiempo, el foro, según los organizadores, ha luchado para atraer productores de medios alternativos, y la mayoría de los miembros del comité organizador internacional del FMML son organizaciones de apoyo orientadas por políticas.
Esta dificultad de ‘encontrar un discurso’ encuentra eco en el argumento de Hackett and Carroll’s (2006) de que los activistas de los medios democráticos enfrentan retos específicos para encuadrase. En el contexto de hegemonía del liberalismo del libre mercado, donde el sistema de medios comerciales ha sido naturalizado, las cuestiones de medios y comunicación, puede argumentarse, tiene baja ‘prominencia como cuestión’ —aún cuando los medios se vuelven más copiosos (obicuos) (Hackett & Carroll, 2006). Es entonces difícil encuadrar la injusticia relacionada a los medios para un público más amplio. Y, como ya discutido(dijimos) anteriormente, para los activistas trabajando en escala global, esta falta de un encuadre efectivo, por medio del cual sea posible comunicarse con públicos externos está compuesta de diferencias culturales, políticas, históricas y lingüísticas.
Un análisis más detallado de la Carta Mundial de Los Medios Libres revela algunas de las dificultades involucradas en el desarrollo de un encuadre claro, y por añadidura una identidad pública coherente, cubriendo las múltiples cuestiones y protagonistas designados por el término ‘medios libres’. La Carta puede ser leída como un compuesto de los diferentes entendimientos de ‘medios libres’ que existen entre los participantes del foro—el producto de un proceso dirigido al desarrollo de una declaración clara de principios compartidos que permanezcan inclusivos. El resultado es un documento que reúne varios encuadres de ‘medios libres’ que pueden ser , rastreados en diferentes trayectorias históricas y políticas. El encuadre más prominente entre ellos es el derecho a la comunicación (cf. Hackett & Carroll, 2006): la Carta hace referencia al artículo 19 de la declaración Universal de los Derechos Humanos sobre libertad de expresión, y el principio 1 dice ‘Afirmamos que la libertad de expresión para todos, el derecho a la información y a la comunicación, y el libre acceso al conocimiento, son derechos humanos fundamentales’. También es prominente el encuadre democracia, que enfatiza la importancia fundamental de los medios libres para el funcionamiento apropiado de la democracia: el principio 2 afirma que ‘información democrática y comunicación son condiciones fundamentales para ejercer la democracia’. En este encuadre está incluida la idea de que los medios deben apoyar el pluralismo y servir el interés general del público, en contraste con los estrechos intereses comerciales o estatales. Como Hackett y Carroll (2006) también consideran, estos encuadres que circulan ampliamente en el campo de el activismo de los medios democráticos. El derecho de comunicar los encuadres ha figurado prominentemente en movilizaciones internacionales anteriores alrededor de las cuestiones de los medios y la comunicación, tales como los Derechos de Comunicación en la campaña de la Sociedad de Información en el comienzo de los años 2000 y en los debates de la Orden de Información y Comunicación del Nuevo Mundo en los años 1970 y 1980. Dada la composición del comité organizador del FMML, donde aparecen fuertemente representadas las ONG de desarrollo de políticas y solidaridad internacional, la prominencia de estos encuadres no es una sorpresa.
Sin embargo, también está presente en la Carta, lo que se puede llamar de encuadre de diversidad cultural. La Carta enfatiza la importancia de respetar las culturas, memorias, historias e identidades de las gentes del mundo’, declarando que los medios libres reconocen la ‘diversidad de imaginaciones, identidades y expresiones culturales’ y destacan ‘otras formas de vivir, otras representaciones del mundo’. Este énfasis en el respeto por la diversidad está estrechamente ligado al encuadre de comunicación transformadora, el cual acentúa el papel pedagógico que los medios libres juegan al apoyar el diálogo intercultural, la cooperación y la comprensión mutuos: ‘Practicamos nuevas formas de comunicación humana que son interculturales, horizontales, no-violentas, abiertas, descentralizadas, transparentes, inclusivas y compartidas’. La presencia de estos encuadres son el testimonio de los estrechos lazos con el FSM, donde las ideas de horizontalidad, diálogo intercultural y respeto por la pluralidad epistémica son fuertes. Finalmente, también es posible detectar un encuadre de justicia social: un parágrafo en la Carta afirma que ‘nuestras luchas son una parte esencial de la lucha por los derechos humanos y contra colonialismo, ocupación, paternalismo, sexismo, racismo, neoliberalismo y todas las formas de opresión y fundamentalismo’.
La presencia de estos encuadres diferentes dentro de la Carta son la consecuencia de los esfuerzos para desarrollar una proclama completa que incluya las numerosas perspectivas sobre medios que circulan dentro del FMML. Mientras pudiera ser verdad, como Bia Barbosa afirmó, que ‘pudimos escribir una definición con la cual todos se sienten cómodos’ (entrevista con la autora, 2016), la Carta también refleja las diferencias políticas más amplias dentro del FMML. Aunque existen múltiples encuadres dentro de la Carta, éstos no ocupan una posición igual: el foco en los derechos de la comunicación es más destacado que el encuadre de justicia social. Mientras el arraigo del activismo mediático dentro de luchas por justicia social más amplias es reconocido en las palabras citadas anteriormente, este lenguaje más radical de lucha contra la opresión no aparece con tanta evidencia en el resto de la Carta. Brilla por su ausencia cualquier referencia a luchas contra el capitalismo o el anticapitalismo. Mientras, la Carta discute cuestiones de economía política, lo hace primariamente en términos de mercantilización cultural y lingüística de los medios convencionales, y contrapone los valores comerciales de este sistema, a los ‘intereses generales y valores sociales’. A pesar de resaltar el arraigo del activismo mediático en otras luchas, la Carta no desarrolla un análisis del papel de los medios en mantener estructuras de opresión.
El dominio de un encuadre de derechos y marginalización relativa de un encuadre de justicia social más radical puede tener implicaciones en términos de movilización. Una identidad colectiva pública enfocada en los derechos a la comunicación y democracia puede ser útil para protagonistas como ONG que trabajan en asuntos relacionados con políticas y gestión, y para algunos organizadores este es un objetivo clave. Al mismo tiempo, las dificultades del foro en atraer productores de medios alternativos y activistas tecnológicos radicales puede estar conectada con la ausencia relativa de un discurso más radical sobre justicia social. Siendo así un reto clave para desarrollar una identidad colectiva pública que haga eco en estos grupos adeptos. Esto, sin embargo, puede acarrear el riesgo de apartar protagonistas más institucionalizados, tales como ONG, de desarrollo y orientadas por políticas. Como Stéphane Couture expresó, ‘tenemos muchas discusiones sobre los derechos de la comunicación y libertad de expresión, y sería bueno ser más políticos en nuestro discurso, pero al mismo tiempo podríamos perder gente’ (entrevista con la autora, 2016). El FMML se enfrenta al dilema de desarrollar una identidad pública más clara y más política, que podría ayudar a movilizar apoyo de la base popular entre los activistas mediáticos radicales, o retener una identidad más inclusiva y moderada que posiblemente tiene un atractivo mayor, es un dilema que comparte con otras redes de activismo. Como en el caso del FSM, y también movilizaciones más recientes como Occupy, ser abiertos e inclusivos facilita las conexiones y la adquisición de conocimiento entre diversos protagonistas, pero la ausencia de una identidad colectiva origina cuestiones sobre la efectividad de tales formaciones activistas.

5. Discusión

Este artículo ha sido informado por una cuestión subyacente que pregunta si el FMML puede ser considerado un movimiento social emergente centrado en asuntos de medios y tecnología. Mientras que es posible identificar convergencia alrededor de una definición plural de ‘medios libres’, el consenso sobre algunos principios centrales no está claro si, dada la diversidad de protagonistas involucrados y los contextos muy diferentes en que ellos operan, es posible construir un movimiento con una fuerte identidad colectiva y estrategia unificada. Otra pregunta es si esto sería deseable. Es difícil concebir un movimiento de escala global en ninguna área de activismo, mucho menos la ‘medios libres’ que no excluyese inevitablemente a ciertos protagonistas y perspectivas debido a la imposibilidad de construir una única identidad colectiva que se armonizara igualmente en contextos geográficos, culturales y políticos diferentes. Los activistas mediáticos en diferentes partes del mundo operan en condiciones muy diferentes y enfrentan retos muy diferentes, y es importante reconocer y respetar estas diferencias. La apertura de una identidad de los ‘medios libres’ posiblemente permite a los activistas en diferentes contextos adaptarla a sus realidades locales mientras mantienen un sentimiento de unión con las luchas globales.
La cuestión sobre si los ‘medios libres’ debería transformarse en un movimiento unificado basado en un identidad colectiva claramente delineada se complica aún más por el arraigo del activismo mediático con luchas más amplias de los movimientos sociales (cf. Hackett & Carroll, 2006). Un reto que es bastante peculiar para el campo del activismo mediático es que no tiene adeptos basados en una identidad o base de la misma forma que otros movimientos sociales. Los activistas mediáticos son raramente sólo activistas mediáticos—a menudo tienen antecedentes en otros movimientos y tienen múltiples identificaciones (Hackett & Carroll, 2006). No es una sorpresa, que no haya consenso entre los participantes del FMML en la cuestión de ‘somos parte de movimientos sociales o somos nosotros mismo un movimiento social?’ (Mallory Knodel, entrevista con la autora, 2016). Las dos orientaciones no necesariamente se excluyen mutuamente, y muchos activistas operan en ambos frentes sin experimentar esto como una contradicción. Sin embargo, puede haber instancias en que los principios asociados con los ‘medios libres’ entran en conflicto con otros compromisos. Por ejemplo, como Mallory Knodel sugirió, un compromiso de no usar comunicación corporativa puede colidir con un compromiso de ‘dar una voz‘ a grupos marginalizados que no poseen las habilidades técnicas para usar tales herramientas (entrevista con la autora, 2016). En el FMML en Montreal, hubo una controversia sobre si el FMML, como un colectivo, debería inscribirse en las campañas del Boycott, Divestment and Sanctions (BDS) contra la ocupación israelita de Palestina. Una cuestión clave aquí—que no fue resuelta en Montreal—fue si el FMML comenzase una oposición contra el colonialismo y la ocupación ofrecida para apoyar la lucha palestina. Estos breves ejemplos subrayan cómo un análisis de los problemas relacionados a los medios y la tecnología no pueden ser separados de un análisis de estructuras más amplias de dominación. Cuestiones tales como esa de apoyar o no a la BDS no pueden ser resueltas a través de análisis de los problemas relacionados a los medios y la tecnología aisladamente—ello requiere un análisis de las intersecciones del activismo mediático con otras luchas por justicia social. La comprensión del activismo mediático como un movimiento por derecho propio posiblemente se arriesga a perder de vista estas intersecciones.

Conclusión

Este artículo ha indagado sobre la formación de una identidad colectiva dentro del FMML, considerando hasta qué punto puede ser conceptualizada como un movimiento emergente de los ‘medios libres’. Operando con la idea de identidad colectiva como proceso y producto (Flesher Fominaya, 2010), cree que la definición plural e inclusiva de ‘medios libres’ desarrollada por el FMML ha sido útil para facilitar procesos internos de formación de una identidad colectiva pero menos efectivo para la movilización externa. Esto se debe a los significados variados asociados con ‘medios libres’ en contextos lingüísticos y culturales diferentes, y a la coexistencia de múltiples encuadramientos que rivalizan dentro del FMML. Po eso no está claro si el FMML puede desarrollarse en un movimiento de medios libres de escala global. Sin embargo, dada la diversidad de sus protagonistas, la complejidad de las cuestiones que tratan y el arraigo de el activismo mediático en luchas más amplias, tal movimiento no sería necesariamente deseable. El FMML todavía está en sus comienzos y en esta coyuntura su función más importante es posiblemente facilitar el proceso continuo de formación de una identidad colectiva entre sus participantes. Lo importante de esto es que involucra no simplemente procesos que los individuos identifican con un colectivo más amplio, pero procesos complejos de adquisición de conocimientos que conciernen objetivos compartidos, principios y los contextos sociales , económicos y políticos más amplios en los cuales operan los ‘medios libres’. Este artículo ha identificado la posible tensión dentro del FMML entre el encuadre de derecho a la comunicación y un encuadre de justicia social más radical y ha argumentado que, mientras, el anterior se armoniza con las ONG de políticas y apoyo, la relativa marginalización del último podría ser un obstáculo para movilizar el apoyo popular de base entre los activistas radicales de tecnología, productores de medios alternativos y portavoces de los movimientos sociales. Aunque puede no ser apropiado para le FMML abandonar uno de estos encuadres a favor del otro, un análisis político más explícito de las conexiones entre ‘medios libres’ y otras luchas por justicia social ayudaría a establecer una idea más clara de los principios compartidos. Dada la centralidad de las tecnologías de los medios de comunicación para el funcionamiento del capitalismo contemporáneo (Dean, 2009) y el papel de los medios de mantener otras estructuras de opresión tal análisis es tanto urgente como importante.

Agradecimientos

La investigación presentada en este artículo recibió el apoyo del Centro de Estudios de Medios de Comunicación Globales y Democracia (Centre for the Study of Global Media and Democracy) de Goldsmiths, Universidad de Londres (2013) y de la Universidad de Westminster (2016). Es parte de un estudio más extenso sobre activismo mediático en Foro social Mundial, partly funded by an ESRC doctoral studentship (ES/F022557/1).

Conflicto de Intereses

La autora declara no haber conflicto de intereses.

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Sobre la Autora
Hilde C. Stephansen es Profesora de Sociología en el Departamento de Historia, sociología y Criminología de la Universidad de Westminster. Situada en la intersección de la sociología política con estudios sobre medios y comunicaciones, sus intereses como investigadora incluyen activismo mediático, medios ciudadanos, teoría pública y de la esfera pública, movimientos sociales redes de activismo transnacionales. Es la autora de varios artículos revisados por colegas en estas áreas, y la coeditora de Citizen Media and Practice (Routledge, en preparación).

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